Hace unos días envié a Leopoldo Abadía un ejemplar de mi monografía sobre el derecho al honor, prologada por el exministro de Justicia José María Michavila y publicada por la editorial jurídica SEPIN

Se la envié porque le citaba; le citaba porque le imitaba; y le imitaba porque consigue explicar de forma sencilla conceptos que parecen incomprensibles para los legos. Él lo hace con economía; yo lo he intentado con derecho… ¡y me está yendo muy bien!

Según la recibió, me llamó y, aparte de agradecerme el envío (cuando el agradecido soy yo), me dijo: “Mañana compra El Mundo”. No hizo falta esperar, porque a las 00:05 —que es cuando salen las ediciones digitales— ya me escribía gente por su columna “Lo normal es extraordinario” del 5 de agosto de 2025.

En el artículo me agradece el envío, aventura mucho trabajo y, sobre todo, subraya la importancia del HONOR “en los negocios, en la política, en la sociedad en general”. También dice: «Lo anormal, cuando se hace muchas veces, no se convierte en normal; se convierte en anormal frecuente».

En mi experiencia, las vulneraciones del honor, la intimidad y la imagen —gracias a las redes sociales— no son “frecuentes”: son una constante. Lo que es frecuente es que los afectados no sean conscientes de la gravedad. El legislador sí lo es y protege este derecho con toda la fuerza del ordenamiento jurídico: es un derecho fundamental con amparo del Tribunal Constitucional y acceso al Supremo, tramitación preferente y con intervención del Ministerio Fiscal.

Más protección es imposible; lo que falta es concienciar y actuar ante la vulneración.

Gracias, Leopoldo, por dar visibilidad a esta causa.